Cómo mantener la disciplina en tiempos volátiles

Si los altibajos del mercado le llevan a cuestionarse sus decisiones de cartera, seguramente no sea el único. La experiencia nos dice que la volatilidad de los mercados genera dudas en muchas personas a la hora de gestionar sus inversiones. Las caídas bruscas pueden desencadenar una huida del mercado en muchos, llevándoles a deshacerse de sus posiciones, mientras que los pequeños repuntes de algunos activos suelen despertar el entusiasmo, por suponer que se trata de las oportunidades del momento. Tanto el miedo a los desplomes como a perderse grandes ganancias son, a nuestro juicio, poderosos motores de la motivación. Ambos, con todo, son una respuesta al rendimiento en el pasado, un error que puede salir caro, ya que «rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras». Por ello consideramos que evitar reaccionar al pasado más reciente, ya sea porque este suscite temor o codicia, le permitirá mitigar el riesgo asociado a ese potencial peligro.

Hemos comprobado que la volatilidad puede desatar el deseo de pasar a la acción, lo que eventualmente supondría elegir el peor momento para negociar activos. El gráfico 1 ilustra esta cuestión mediante la superposición de las rentabilidades de la renta variable mundial y los flujos netos de entrada y salida de las sociedades de inversión de capital variable (SICAV) y los fondos cotizados (ETF) de EE.UU. desde que arranca la serie, a mediados de 2016. A pesar de ser corta, incluye una corrección bursátil completa –un fuerte retroceso impulsado por el ánimo de entre el 10% y el 20%–. Se aprecia que los inversores estadounidenses estuvieron inyectando mucho dinero en el mercado de renta variable hasta mediados de febrero de 2018; casualmente, dos semanas después de que los mercados mundiales alcanzaran su máximo (medido en dólares estadounidenses). Durante la primera mitad del año, los flujos se dispararon y se desplomaron en paralelo con las fluctuaciones bursátiles, dando a entender que los inversores trataron de esquivar la volatilidad. En diciembre las salidas se intensificaron a medida que la corrección alcanzaba su máxima expresión. Incluso cuando los mercados de valores iniciaban su recuperación después de Navidad, los flujos de inversión de los fondos se mantuvieron en general negativos. Si bien no pueden saberse a ciencia cierta los motivos, lo achacamos a que los inversores no reaccionaban solo a la volatilidad del momento, sino también como consecuencia de haber quedado marcados por lo ocurrido durante el año. En todo caso, perdieron la oportunidad de recuperar parte de los descensos. Para nosotros, este es un palmario ejemplo de los negativos efectos de reaccionar a la volatilidad.

Cuadro 1: Los flujos de inversión de los fondos sugieren que los inversores reaccionaron a la volatilidad

Fuente: FactSet, a fecha 15/8/2019. Flujos netos semanales acumulados en SICAV y ETF e Índice MSCI World con dividendos netos (semanal) en dólares estadounidenses, 29/4/2016-9/8/2019 (la información se muestra en dólares estadounidenses por motivos de disponibilidad). Las fluctuaciones del tipo de cambio dólar/euro pueden arrojar resultados inferiores o superiores.

Los datos sobre flujos de inversión de los fondos más antiguos, que excluyen a los ETF, apuntan a un comportamiento similar. Por ejemplo, en todos los trimestres de 2008 se produjeron salidas netas. Los mercados se deterioraron a medida que el mercado bajista mundial se aproximaba a su mínimo, en el primer trimestre de 2009. Las salidas tocaron suelo en el cuarto trimestre de 2008, cuando la racha negativa se hallaba en su peor momento al huir muchos inversores por el temor a que los retrocesos persistieran. Entonces en algunos casos vender pudo no ser la opción incorrecta, por ejemplo, los que evitaron los desplomes de 2008 y volvieron a entrar en el mínimo antes de que el nuevo mercado alcista cobrara impulso seguramente se beneficiaron. La relativa escasez de capitales entre finales de 2008 y principios de 2009, sumada a nuestra experiencia durante el periodo, sugiere que esto fue poco frecuente. Pensamos que el miedo se fue apoderando de muchos a medida que los mercados declinaban e hicieron caja a la espera de un rebote que tuviera visos de «estabilidad». La corrección del tercer trimestre de 2011 tuvo un impacto similar. La volatilidad se agudizó, ya que la polémica del techo de la deuda de Estados Unidos atrajo gran atención en ese verano, culminando con la revisión a la baja de la calificación AAA de la agencia de rating Standard and Poors. Las salidas repuntaron justo antes de que los mercados retomaran la senda del crecimiento[i]. De modo análogo, los hundimientos del cuarto trimestre de 2018 también coincidieron con las salidas, al extenderse el temor a una desaceleración económica mundial[ii], si bien los mercados se recuperaron rápidamente.

Sin embargo, la volatilidad negativa no es la única tendencia perjudicial. Peligros similares aguardan a los inversores tentados de perseguir rentabilidades pasadas de los activos de moda en el momento, vemos por qué a continuación.

En una fase más temprana del presente mercado alcista internacional, el oro y la plata se dispararon durante los primeros años, pero culminaron su ascenso en 2011. En los gráficos 2 y 3 nos servimos de la evolución del GLD y el SLV, dos ETF estadounidenses expuestos al oro y la plata, respectivamente, para observar este fenómeno. Como se ha demostrado, el gran aumento de las entradas netas nos sugiere que los inversores se lanzaron al mercado deslumbrados por las plusvalías de estas materias primas. Entonces nos hicimos eco de la noticia y muchos justificaron su gran interés mediante diversas teorías que algunos analistas financieros se encargaron de popularizar. A pesar de ello, cuando los precios del oro y la plata empezaron a bajar, los flujos de salida fueron detrás rápidamente. Los que llegaron tarde a la fiesta de los metales preciosos bien pudieron haber comprado alto esperando que los precios subirían más, pero solo obtuvieron pérdidas.

Cuadro 2: Operar en base a las modas causa problemas: el ejemplo del oro

Fuente: FactSet, a fecha 19/8/2019. Flujos de inversión de los fondos diarios acumulados y cotización de GLD, 17/11/2004-16/8/2019 (serie completa de datos disponibles).

Cuadro 3: Operar en base a las modas causa problemas: el ejemplo de la plata

Fuente: FactSet, a fecha 19/8/2019. Flujos de inversión de los fondos diarios acumulados y cotización de SLV, 17/11/2004-16/8/2019 (serie completa de datos disponibles).

Por supuesto, las buenas y malas rentabilidades a veces se prolongan durante algún tiempo. Es posible que invertir atendiendo a los rendimientos del pasado pueda funcionar a corto plazo, aunque nuestro parecer es que depende de la suerte: rentabilidades pasadas no predicen rentabilidades futuras.

En lugar de estar pendiente de las rentabilidades pasadas, que eventualmente puede ser engañoso, defendemos que es fundamental mirar hacia adelante. En lugar de proyectar hacia el futuro la racha del pasado, le sugerimos que se pregunte qué hay detrás de ella. ¿Persistirán esos factores? ¿Se basan en datos fundamentales y serán duraderos o no son más que breves destellos del estado de ánimo? Si fuera este último fuera el caso, perseguir el pasado podría ser perjudicial para su cartera.

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[i] Ibid. Flujos de inversión netos trimestrales en fondos de inversión de renta variable abiertos, T1-T4 2011.

[ii] Ibid. Flujos de inversión netos trimestrales en fondos de inversión de renta variable abiertos, T4 2018.

Invertir en los mercados financieros implica un riesgo de pérdida y no hay garantías de que todo o parte del capital invertido sea reembolsado. La rentabilidad pasada no garantiza ni indica los resultados futuros de manera fiable. El valor de las inversiones y los ingresos procedentes de ellas están sometidos a la fluctuación de los mercados financieros mundiales y de los tipos de cambio internacionales.