Análisis del mercado

La reducción de la compra de bonos del BCE no es algo nuevo

Nunca pensamos que la reducción de compra de bonos del BCE fuera algo negativo, ya que invierte el impacto que ha tenido en la economía la flexibilización cuantitativa (QE).

Según las noticias de los principales medios, el presidente del BCE, Mario Draghi, hizo un gran anuncio el 26 de octubre. Simplemente anunció que reduciría las compras mensuales de bonos de su actual ritmo de 60.000 a 30.000 millones de euros a partir de enero de 2018. Pero también anunciaron que ampliarían la duración del programa, cuyo final estaba previsto en enero, y ahora será en septiembre de 2018. Los medios de comunicación también hicieron hincapié en el lenguaje vago y ambiguo[i] que Draghi usó para afirmar que el futuro de la política (en términos de la Reserva Federal de los EE. UU.) dependería de los datos[ii]. Las acciones subieron, hecho que los medios interpretaron como que los mercados estaban celebrando el comienzo «acomodativo» de la reducción del BCE. Para nosotros, esto resultó un tanto desconcertante. Nunca pensamos que la reducción de compra de bonos del BCE fuera algo negativo, ya que invierte el impacto que ha tenido en la economía la flexibilización cuantitativa (QE). Estas noticias de última hora ya tienen 11 meses: no son algo nuevo. El BCE hizo lo mismo el pasado diciembre. Sencillamente negaron que entonces se tratase de una reducción, mientras que ahora no lo han hecho.

Hay dos motivos por los que la reducción de la compra de bonos no hundió (y no debió hacerlo) los valores en el mercado de valores. En primer lugar, el BCE ya indicó públicamente que iba a realizar este movimiento hace meses. Los mercados no esperan a que los anuncios políticos comiencen a actuar sobre ellos, los mercados se anticipan. El hecho de que el BCE hiciera lo que ya había insinuado, no causó sorpresas. En segundo lugar, desde nuestro punto de vista, la QE nunca respaldó a las acciones y a la economía de la manera que muchos presumían. Mientras los banqueros centrales llamaron a esto «estímulo», la flexibilización cuantitativa realmente desincentivaba los préstamos. Los bancos piden préstamos a corto plazo y los conceden a largo plazo, aprovechando la diferencia (o diferencial) entre ellos. La compra de bonos de QE a largo plazo redujo los rendimientos. Ya con los tipos a corto plazo en un nivel muy bajo, su compra redujo la brecha entre los dos. Si los préstamos son menos rentables, los bancos conceden menos préstamos. Las personas responden a los incentivos.

A estas alturas, creemos que la mayoría ya se habría dado cuenta de que los temores fundados en la reducción de la compra de bonos están fuera de lugar. Ya hemos visto cómo EE. UU. disminuyó la QE (lo que significa reducir la cuota de adquisiciones de bonos), y cómo han empezado a eliminarla paulatinamente[iii]. Cuando EE. UU. inició su reducción de compra de bonos, tampoco se produjo ninguna catástrofe. Se aceleraron los préstamos, la economía creció y las acciones subieron. Lo mismo ocurrió en el Reino Unido. Las compras de activos de Japón también se han ralentizado (silenciosamente) en los últimos tiempos, aunque el gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, no lo haya calificado de reducción.

Pero si necesitase más pruebas, podría haberse fijado... en fin... en el BCE. El pasado mes de diciembre, Draghi anunció un programa muy similar de reducción y ampliación, reduciendo las adquisiciones mensuales de 80 mil millones a 60 mil millones de euros, a la vez que ampliaba el programa desde marzo de 2017 hasta enero de 2018. ¡Así es como llegamos a los tipos que el BCE redujo hoy! Sin embargo, nadie lo llamó reducción. ¿Por qué? No existe una diferencia sustancial con respecto a la ronda anterior. En cualquier caso, el balance del BCE crecerá más lentamente. No se trata de la postura (ese lenguaje «dependiente de datos» es más o menos la jerga común del banco central). Al anunciar la reducción de la Reserva Federal de EE. UU. en diciembre de 2013, el banco aseguró al mundo que «la política monetaria no se encontraba en un curso predeterminado». Entonces, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, nunca utilizó la palabra «reducción» para anunciar o insinuar algo a nivel político.

La única razón que se nos ocurre: Mario Draghi negó categóricamente que la medida del pasado diciembre fuera una reducción, insistiendo en que ese término implicaba «reducir a cero». Pero esa no nos parece una definición común del término. Además, no afirmó que el movimiento de hoy fue una reducción hasta cero. Recuerde, ¡la política depende de los datos! Por lo tanto, las teorías de los medios que señalan que este es el inicio histórico de la reducción gradual no parecen basarse en hechos, solo se basan en que Draghi no haya negado categóricamente que el movimiento actual sea una reducción.

Una vez más, nunca pensamos que la reducción fuese negativa para los mercados. Pero cuando se trata de anuncios tan gigantescos, la mera ausencia de negar una palabra que los banqueros centrales históricamente nunca han pronunciado se convierte en algo especialmente delicado.


[i] «Si la perspectiva se vuelve menos favorable o si las condiciones financieras se vuelven inconsistentes con un mayor progreso hacia un ajuste sostenido en la trayectoria de la inflación, el Consejo de Gobierno está listo para aumentar el programa de adquisición de activos (APP) en términos de volumen y / o duración». Fuente: ECB.

[ii] En definitiva, eso significa: «Ya veremos. Depende de nuestra visión posiblemente sesgada de los datos dudosos que pueden influir o no en la inflación, una métrica clave que tenemos que gestionar por ley».

[iii] Lentamente.

Invertir en los mercados financieros implica un riesgo de pérdida y no hay garantías de que todo o parte del capital invertido sea reembolsado. La rentabilidad pasada no garantiza ni indica los resultados futuros de manera fiable. El valor de las inversiones y los ingresos procedentes de ellas están sometidos a la fluctuación de los mercados financieros mundiales y de los tipos de cambio internacionales.