Mantener dinero en efectivo puede salirle muy caro

Tras un inicio volátil, 2018 ha visto cómo las acciones mundiales subían un 3,4% hasta el 31 de mayoi, pero algunos medios de comunicación advierten de que la volatilidad volverá a los mercados de valores y citan posibles catalizadores como supuestos responsables. Ya hemos visto algunos, como la escalada de las desavenencias comerciales entre la UE y EE.UU. que los aboca a una guerra comercial abierta, las tensiones geopolíticas respecto a Irán que ya han empezado a afectar a empresas europeas o el cese de la política monetaria actual por parte del Banco Central Europeo. Con toda esta incertidumbre, algunos estrategas del mercado defienden la posesión de efectivo como una buena opción para amortiguar las caídas. Sin embargo, para los inversores con objetivos de crecimiento a largo plazo y horizontes de inversión largos, creemos que conservar una gran cantidad de efectivo durante los mercados alcistas supone un gran coste de oportunidad –concepto que analizaremos más adelante– en forma de pérdida de posibles rendimientos, lo que puede repercutir en que los objetivos de inversión a largo plazo sean más difíciles de conseguir.

El argumento a favor de invertir en efectivo defiende que activos similares en liquidez –por ejemplo, las acciones– van a perder valor en el futuro inmediato. El comienzo volátil de 2018 podría augurar nuevas caídas en el mercado; de hecho, después de alcanzar un máximo a finales de enero, las acciones mundiales perdieron un 8% en menos de dos semanasii. Tras un breve repunte, las acciones volvieron a caer (hasta un 8,9% desde el máximo del 23 de eneroiii). Aunque las acciones mundiales hayan recuperado esas pérdidas y en este momento del año estén en positivo, alcanzando un nuevo récord histórico el 23 de mayo, es comprensible que cunda el nerviosismo entre los inversoresiv, sobre todo con los medios de comunicación analizando tantas señales de alarma como problemas que están por venir.

Sin embargo, las ganancias de los mercados alcistas no son regulares. Los rendimientos de las acciones pueden ser volátiles entre días, meses e incluso años, pero ello no es óbice para que el rendimiento general sea positivo. Los rendimientos del mercado alcista global actual por año desde 2009 son los siguientes.

Cuadro 1: Índice MSCI World, rendimientos por año

Período

Rendimiento (%)

Marzo 2009 - Marzo 2010

49,5

Marzo 2010 - Marzo 2011

8,2

Marzo 2011 - Marzo 2012

7,2

Marzo 2012 - Marzo 2013

16,0

Marzo 2013 - Marzo 2014

10,9

Marzo 2014 - Marzo 2015

36,1

Marzo 2015 - Marzo 2016

-9,0

Marzo 2016 - Marzo 2017

22,3

Marzo 2017 - Marzo 2018

-1,3


Fuente: FactSet, a fecha 21/05/2018. MSCI World, rendimientos a 12 meses con dividendos netos para los períodos mostrados, en euros. El intervalo de tiempo entre los meses de marzo usado como T1 2018 es el último trimestre concluido. Invertir en los mercados de valores implica el riesgo de pérdida y no hay garantías de que todo o parte del capital invertido se reembolse. Los rendimientos pasados no garantizan ni indican de manera fiable rendimientos futuros. El valor de las inversiones y los ingresos procedentes de las mismas están sometidos a la fluctuación de los mercados bursátiles mundiales y de los tipos de cambio internacionales.

Estas ganancias incluyen una serie de desaceleraciones e incluso correcciones bursátiles (caídas cortas, agudas y motivadas por el estado de ánimo de un 10% o más). Desde que comenzara el mercado alcista mundial el 9 de marzo de 2009, el MSCI World ha experimentado tres correcciones bursátilesv. Estas caídas no han impedido que este índice haya subido un 298,9% entre el 9/3/2009 y el 31/5/2018vi.

Poseer efectivo puede resultar más cómodo durante periodos de volatilidad del mercado de valores, porque el efectivo no pierde valor a corto plazo, pero tiene un elevado «coste de oportunidad» –término económico que se aplica a lo que se renuncia cuando se opta por adoptar o no una estrategia determinada. Aunque los instrumentos de inversión en efectivo suelen pagar intereses, dependiendo de su tipo y emisor, a veces estos tipos de interés no están en consonancia con el ritmo de la inflación, ni mucho menos se acercan a los típicos rendimientos a largo plazo de los valores de renta variable o fija. Las acciones representan títulos de una empresa que puede aumentar su valor, mientras que los valores de renta fija son obligaciones de deuda que pagan unos intereses en función del riesgo de crédito del emisor y la inflación esperada, entre otros factores. Como los que invierten en renta fija técnicamente asumen un mayor riesgo de pérdida de capital que aquellos que tienen efectivo, los títulos de deuda generalmente remuneran a sus titulares con tipos de interés más altos que las inversiones similares en efectivo. Además, como los tipos de los depósitos bancarios dependen en gran medida de lo que marca el banco central y el BCE actualmente está prestando a un tipo de interés negativo, muchos bancos europeos pagan prácticamente un interés igual a cero sobre los depósitos. Por lo tanto, desde nuestro punto de vista, si un inversor necesita crecer durante un largo período de tiempo para satisfacer sus necesidades y objetivos durante muchos años, quedarse sólo con efectivo puede que sea insuficiente.

Incluso poseer efectivo solo en parte de la cartera de inversiones puede limitar su rendimiento general en períodos alcistas del mercado de valores. Supongamos, por ejemplo, que un inversor hipotético colocara el 80% de su cartera de 100.000 € en un fondo cotizado(ETF, por sus siglas en inglés) y el 20% en efectivo en el banco local, sin generar interesesvii. Un año después, el ETF le proporciona una rentabilidad del 10%, pero el rendimiento total del inversor sería solo del 8%. ¿Cómo obtenemos esta cifra? Los 80.000 € invertidos en el ETF crecerían un 10%, aumentando a 88.000 € y haciendo crecer la cartera hasta los 108.000 €; si el inversor hubiera colocado toda su cartera en el ETF, habría obtenido 110.000 €. No solo perdería 2.000 €, sino que también reduciría la base sobre la que su cartera podría crecer en el futuro, ya que al año siguiente, si el ETF volviera a obtener un 10%, con los mismos 20.000 € en efectivo, solo llegaría a 116.800 € (los 88.000 € aumentados hasta los 96.800 € más los 20.000 € en efectivo). En cambio, si comenzara el año con 110.000 € invertidos en el ETF, al final del periodo serían 121.000 €. Este fenómeno, el aumento porcentual que se traduce en una ganancia mayor a medida que la base de inversión aumenta con el tiempo, se denomina crecimiento compuesto. Creemos que dejar en cartera un valor que rinda poco o nada reduce el crecimiento compuesto potencial de la misma.

Es posible que en el presente año la volatilidad aumente más adelante. No obstante, ello no significa necesariamente que las acciones no estén teniendo un buen año y, en ese sentido, creemos que los motores económicos, políticos y del estado de ánimo propios del mercado alcista siguen presentes. Por todo lo expuesto consideramos que mantener dinero en efectivo y esperar la señal de que ya ha pasado el peligro podría suponer perderse la volatilidad positiva que caracteriza a los mercados alcistas.

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i Fuente: FactSet, a fecha 1/6/2018. MSCI World con dividendos netos, en euros, 29/12/ 2017-31/5/2018.

ii Fuente: FactSet, a fecha 31/05/2018. MSCI World con dividendos netos, en euros, 23/1/2018-8/2/2018.

iii Ibid. 23/1/2018–23/3/2018.

iv Ibid. 31/12/2017–31/05/2018.

v Fuente: FactSet, a fecha 22/05/2018. MSCI World con dividendos netos, en euros. Fechas de las correcciones bursátiles: 27/4/2010–2/7/2010; 18/2/2011–19/8/2011 y 15/4/2015–12/2/2016.

vi Fuente: FactSet, a fecha 1/6/2018. MSCI World con dividendos netos, en euros, 09/03/2009-31/05/2018.

vii Para los que no estén familiarizados con los fondos, un ETF es una cesta de valores que generalmente sigue un índice y cotiza en una bolsa de valores, lo que permite una amplia diversificación y la capacidad de entrar o salir a voluntad del inversor.

Invertir en los mercados financieros implica un riesgo de pérdida y no hay garantías de que todo o parte del capital invertido sea reembolsado. La rentabilidad pasada no garantiza ni indica los resultados futuros de manera fiable. El valor de las inversiones y los ingresos procedentes de ellas están sometidos a la fluctuación de los mercados financieros mundiales y de los tipos de cambio internacionales.